Se levantó. En medio de la nada. Suelo claro. Cielo
amarillento… Si miraba hacia su derecha, nada. Si miraba a su izquierda, nada.
Delante, nada. Detrás, nada. “Nada”.
Inexplicablemente, en su cabeza, todo.
Sabía que antes, cuando miraba a su derecha, veía caos. Veía
odio, ambición y poder.
Cuando miraba a su izquierda, también caos, pero un caos
precioso. Veía igualdad, amor y belleza.
Hacia atrás, recuerdos, mejores y peores, pero todos
necesarios. ¿Arrepentimiento? Cero.
Delante... Algún que otro sueño. Pero nunca pensó demasiado
en el futuro.
Y ahí está, de pie. Con “todo” en su cabeza, pero “nada” a
su alrededor.
Empieza a andar, a pensar. Anda, anda, anda. Sigue andando.
Sigue. No para.
Cierra los ojos. Bonita oportunidad para andar sin tropezar.
Su cabeza no deja de dar vueltas. Busca, busca y busca, pero
no encuentra. Sigue andando.
Piensa en la delicada belleza de la naturaleza… y la compara con su cuerpo.
Piensa en el caos de la ciudad… y lo compara con su pelo.
Para.
Abre los ojos.
Sí que había algo.
Ha hecho un camino de huellas.
Allí, solo está ella.
9/11/16 Aga.