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jueves, 29 de diciembre de 2016

A momentos amargos...



Hoy sé que los vasos de “te” se terminan.
Hay que mirar al fondo y no hacia arriba.

Si el miedo se sienta:
Haz café.
Tíraselo a la cara.
Cómete el terrón de azúcar.
Lámele hasta las cosquillas.

Desistirá. Se irá. Quedarás tú.

Hazte un “te” y añádelo detrás de:
Conoce_
Quiere_
Ama_
Libera_

Aprende a llenar el vaso en el momento justo.

Y recuerda:
                                                                      
A momentos amargos, hostias dulces.

                                                                                                                                     
                                                                                                                                           Aga. 29/12/16

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Andar.



Se levantó. En medio de la nada. Suelo claro. Cielo amarillento… Si miraba hacia su derecha, nada. Si miraba a su izquierda, nada. Delante, nada. Detrás, nada. “Nada”.
Inexplicablemente, en su cabeza, todo.
Sabía que antes, cuando miraba a su derecha, veía caos. Veía odio, ambición y poder.
Cuando miraba a su izquierda, también caos, pero un caos precioso. Veía igualdad, amor y belleza.
Hacia atrás, recuerdos, mejores y peores, pero todos necesarios. ¿Arrepentimiento? Cero.
Delante... Algún que otro sueño. Pero nunca pensó demasiado en el futuro.
Y ahí está, de pie. Con “todo” en su cabeza, pero “nada” a su alrededor.
Empieza a andar, a pensar. Anda, anda, anda. Sigue andando. Sigue. No para.
Cierra los ojos. Bonita oportunidad para andar sin tropezar.
Su cabeza no deja de dar vueltas. Busca, busca y busca, pero no encuentra. Sigue andando.
Piensa en la delicada belleza de la naturaleza…  y la compara con su cuerpo.
Piensa en el caos de la ciudad…  y lo compara con su pelo.
Para.
Abre los ojos.
Sí que había algo.
Ha hecho un camino de huellas.

Allí, solo está ella. 


                                                                                                                           9/11/16               Aga.

viernes, 14 de octubre de 2016

Extrayendo.



Sí, me salvaron una vez.
Pero entre el té y el “te”, me abandoné.

Apareciste y, entonces, lo pude ver…

Me abandoné para encontrarme en las espadas que empuñé.
Las mismas que siguen aquí.
Y es que aún sigo sentada en los escudos que formé.
Joder, mírame.
Tengo la cabeza a cien y el corazón a menos diez.
Ahora, lo sé…
Es de la “causalidad” de quien quiero aprender.
Que tengo ganas de irme.
De que nuestras ganas se junten
con la fuerza
y que nos lleven
donde queramos estar.

Que estemos donde sintamos la lluvia caer,
    sin molestarnos… y mojarnos.
El viento correr,
    despeinándonos… y que volemos.
El sol y su calor,
    convirtiéndolo en nuestro.
Que el tiempo nos dé una razón para recorrer el camino.
Hacer de esa razón nuestro motivo.
Hagamos de la risa una cometa que nos lleve lejos,
pero cerca.
Convirtamos los besos en cohetes
que nos lleven a nuestros sueños.
Y de lo que soñamos, creemos una realidad.
Una realidad que sea nuestra.
Siempre nuestra.
        S iempre  P osible.
 

                                                                                                                          Aga.